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martes, 22 de marzo de 2011

Adios Caja España, te echaremos de menos.


Pues parece que se está ya próximo el alumbramiento de la cuarta mayor entidad financiera por volumen de activos con más de 80.000 millones, y a la vez la expedición del certificado de defunción de nuestra vieja caja. No ha podido ser, hasta aquí llegamos. Quizá sea la mejor solución, o la única posible más bien, pero lo cierto es que es un golpe directo al mentón a la economía provincial, que por cierto  sabe encajar.
La  unión de las dos, o tres, cajas pasa por una auténtica absorción por parte de la  andaluza sobre las dos leonesas o castellanas, como se quiera, aun no se ha decidido si es un 60 o un 65 la participación de Unicaja en el nuevo proyecto, pero sí que se queda con las sedes y la presidencia, dejando la representación leonesa en una minoría insignificante, a pesar de que Caja España-Duero aporta al nuevo proyecto 46 mil millones en activos y su nuevo dueño 11.ooo, MENOS. Y es que el agujero de 460 millones de nuestras cajas ha sido el principal argumento en la negociación en el acuerdo, además de la ya tradicional  morosidad superior al 9% y su endémica falta de capitalización que amenazaba con una inmediata nacionalización. Al otro la do de la mesa, Unicaja deslumbraba con sus ratios de solvencia y una gestión modélica ajena al boom del ladrillo -que tanto atrajo a los dirigentes de Caja España- e incluso con la complementariedad en negocio, para formar una gran caja ibérca y que evitara los engorros de prejubilaciones y de cierres de sucursales.
Pero aún así, sorprende la rapidez, la urgencia del acuerdo, aún no nos habíamos recuperado del desplante de Marenostrum, cuando ya estábamos firmando un preacuerdo, bastante perjudicial para nuestras cajas. Si pasó más de un año en la fusión entre Caja Duero y Caja España, con un sinfín de dimes y diretes, hoy se llega a una firma que suena a liquidación. Ahora el futuro se presenta borroso, se habla de crear un banco malo y otro bueno para así poder seleccionar las necesidades de financiación según la calidad de la entidad, pero todo está en el aire, como también lo está la responsabilidad de los dirigentes de una entidad que fue grande y que ahora no es nada.

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