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martes, 15 de marzo de 2011

De la Nueva Rumasa a la Vieja Rumasa

El caso de Nueva Rumasa tiene todos los visos de quedar en nada para los sufridos acreedores de las sociedades porque al igual que el virus de la gripe que muta periódicamente inutilizando los remedios existentes hasta ese momento, la familia Ruiz-Mateos ha aprendido y ha hecho los deberes para consigo. En en los años ochenta protagonizó un primer episodio, un piloto y no salieron tan mal parados como todo hacía presuponer, de hecho en la actualidad continúan los litigios, lo que les dió la experiencia suficiente para un nuevo intento, esta vez mejor, porque ya sabían a lo que se enfrentaban.
En las guerras quien tiene la iniciativa tiene un alto porcentaje de vencer, el enemigo actúa en función de sus tácticas, como respuesta a sus movimientos por lo que es fácilmente predecible. En este nuevo episodio de albañilería financiera, la familia RuizMateos ha diseñado un plan, basado en sus anteriores fechorias más perfecto y conforme a él ha ido actuando, de forma que siempre ha llevado la iniciativa jugando con la buena fe que se presume en una economía de mercado más o menos libre.
Así ha ido creando un conglomerado de empresas, hijastras unas de otras, en base a unas marcas comerciales que se ocuparon bien mucho de mantenerlas bajo su control y propiedad en sociedades fuera del alcance de la justicia. Así han cedido en forma de arrendamiento a estas nuevas sociedades las conocidas marcas comerciales como Dhul, Clesa, Trappa o Garvey, valoradas según la propia familia en 1,5 mil millones de euros, que retornarán a sus pechos para nuevas aventuras una vez se liquiden las empresas que ahora las comercializan y que sin ellas no son nada.
Así la pobre familia reclama a la justicia tiempo y una mayor comprensión, porque si los adeudos del grupo, que no lo es, ascienden a más de 750 millones de euros, el fondo comercial está valorado en más del doble y los activos del grupo en más de 5.7 mil millones. Sorpende el rostro marmóleo de esta gente que junta y separa las empresas como les conviene. Ahora juntas, para los proveedores y Hacienda independientes. Ahora sí, ahora no. El objetivo como siempre es introducir información confusa que  impida conocer realmente su situación económica, en eso son verdaderos expertos.

Aunque esa valoración no debió creersela el amigo Botín. No es tiempo de invertir, sino de recoger. Escribía el patriarca a don Emilio en una misiva destinada a tocar la única fibra sensible que le queda al banquero, y evitar su abandono financiero. Pero ni con esas, ni con los regalos que remitió al magnate. Nada, el inmisericorde con este frutero venido a más.

Lo que no se sabe es a dónde a ido lo que ha recogido. La negativa de Botín le hizo a acudir al público general mediante pagarés y participaciones de alta remuneración (hasta el 10%). No es nada nuevo, en mis tiempos de estudiante a esto se les llamaba bonos basura, un alto rendimiento a un elevado riesgo. Y aunque a ciencia cierta nadie sabe cuantos acudieron se supone que la cifra alcanza a más de 5000 inversores, que dejaron la no despreciable cantidad de 140 millones de euros. Y que nadie sabe dónde fueron a parar. Al margen de todo ello, ahora vienen los llantos y el crujir de dientes -inocentes e ignorantes ellos, pobres ahorradores- , pidiendo por una intervención que no se produjo, desamparados del auxilio redentor de la CMNV. Habría que preguntarse ante una estafa quien acutúa con más mala fe, si el que mata o el que estira de la pata. Yo desde luego no lo tengo muy claro quien quiere aprovecharse de quien, el de la estampa o el estampado.

Pero disquisiciones al margen, lo cierto es que con razón o sin ella, todos los estafados, los proveedores, la S.S y Hacienda y sobretodo los trabajadores se encuentran hoy que la familia, a pesar de lo que tienen y disfrutan y gozan, no tienen propiedades, son más pobres que una rata, no tienen nada a su nombre los desarrapados estos, ni los padres, ni los hijos, -a excepción de algunas pequeñas empresas inmoviliarias- , el resto figuran a nombres interpuestos o testaferros, ajenos a la familia.

Renegocie o no renegocie, encuentre o no lineas de financiación para hacer frente a los pagos más inmediatos (76 millones de euros) el caso Nueva Rumasa va a dejar una larga fila de damnificados tantos como hace casi treinta años dejó la Vieja. Y luego dirán que la Historia no se repite. Y luego dirán que aprendemos de la experiencia. Cuanta razón tenía Paco Costas. 

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