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viernes, 20 de abril de 2012

El robobo de la corona

El robo del gobierno argentino es una mala noticia para la economía mundial, rompe con muchos principios consagrados en el derecho internacional y con la base fundamental de cualquier relación entre personas: la confianza, sin ella es imposible llegar a ningún acuerdo y la economía no es otra cosa que un acuerdo de compromisos entre las partes.
España va a sufrir un coste económico relativo -al margen del institucional que veremos en que acaba todo este conflicto y sus reacciones correspondientes- Repsol no deja de ser una empresa domiciliada en Madrid, que paga parte de sus impuesto al fisco español, y por lo tanto su cuenta de resultados sufrirá este expolio (ya veremos en cuanto porque supongo que habrá compensaciones económicas, y lo que es robo quedará en una especie de OPA hostil), mientras que los accionistas (una minoría españoles), verán como el valor de sus activos cae estrepitosamente a corto plazo. Otra cosa bien distinta es a largo, porque la producción de crudo es intensiva en capital, requiere de inversiones constantes en mantenimiento y aunque parezca mentira a veces encontrando petróleo las acciones de la compañía caen porque una cosa es encontrar y otra disponer –es paradójico pero se corrobora fácilmente con números-.
Argentina en cambio va a sufrir mucho más, suele pasar con los gobiernos populistas de corte socialista o socializante: los beneficios a corto se transforman en pérdidas a largo, que afectan normalmente a otros no-responsables de las decisiones que los motivaron, mientras que estos ya habrán llenado la faltriquera con alevosía y abundancia. Una vez más la historia se repite. Así los argentinos pagarán en sus carnes esta desafortunada decisión, no verán incrementados los volúmenes de producción, como exigen y justifican para la expoliación, volverán las ineficiencias a YPF, las pérdidas y la liquidación de la empresa.
Y a la vez, la inversión extranjera se reducirá por miedo a comportamientos similares; a la vez que este atentado al orden jurídico internacional y a los derechos más esenciales de la propiedad privada, harán que los tipos de interés se incrementen con lo que les será más difícil endeudarse y sin financiación, se para la economía (bien lo sabemos nosotros, ¿no?) y cae el bienestar social. Tiempo al tiempo. Pero para cuando los argentinos se den cuenta (al menos en su inmensa mayoría), la Cristinita, su hijo y los amigos de estos tendrán un retiro dorado y vivirán ajenos a la situación que han provocado. Así suele suceder en estos casos, al menos es lo que nos viene a decir la economía más elemental que se estudia en la Universidad y corroboran los medios de comunicación.
El desaire argentino también afectará a otras economías del entorno, similares en estructura, con grandes recursos naturales, gobiernos populistas, y desgraciadamente mayoritariamente con presencia española. Así que aviso para navegantes.
Todo esto recuerda un poco al timo de la estampita que  conlleva la necesidad imperiosa de que las partes quieran aprovecharse una de la otra, con dolo y mala fe. A mí me decía mi abuelo que el que mal anda mal acaba y al margen de la ilegalidad manifiesta, la historia de amor de Repsol en Argentina nunca hizo sospechar un final que no fuera es que ha sido.

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