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viernes, 31 de enero de 2014

La BCG: Una vaca que se transforma en perro.

Que en España se recauda poco y se recauda mal, es la conclusión más lógica a la vista de los datos e informes que se vienen publicando -seguramente tampoco hiciera falta contrastar ningún estudio, porque la gran mayoría de la población así lo estima: pagamos mucho y siempre los mismos-. Pero pensando en el que lea esta entrada, ávido de información seria, avalada por importantes organismos e instituciones diremos que según Eurostat, los ingresos públicos en España apenas llegan al 35% del PIB, muy lejos de la media europea -44,7%-. Es por eso que el Sr. Montoro
no ve límite a su ansia desmedida de aumentar los impuestos, “hay margen” debe pensar. Sorprende que nuestros vecinos en ese ranking fiscal sean las economías menos desarrolladas, principalmente del Este.

Quizá la valoración del esfuerzo impositivo del ciudadano no esté dada por la relación PIB e impuestos, que puede llevarnos a pensar lo del Sr. Montoro, sino a la relación ciudadano e impuestos. y entonces es posible que nos encontremos con que no se recauda más, no porque haya pocos impuestos o sean bajos, sino más bien porque no hubiera mucho más que recaudar -a los que se recauda-, y podíamos preguntarnos si el esfuerzo fiscal está bien repartido, de hecho en esta clasificación sí estamos entre los de la cabeza del pelotón, eso sí con los mismos compañeros de viaje de antes, lo que debería hacernos reflexionar –a mí no que no pinto nada, sino al Sr. Montoro y sus colaboradores- que algo se cuece en Dinamarca y no huele bien.

Las estimaciones más optimistas de la Agencia Tributaria  organismo serio donde los haya- nos dicen que existe en España un volumen de economía sumergida o en negro de más del 24,6% del PIB, a groso modo veinte planes E de Zapatero y algún que otro Renove -ojo al dato, anualmente-. Y a parte del ejercicio mental que supone aceptar que puedan saberlo, ya que se supone escondido, pero considerando que lo pueden estimar de alguna manera, es razonble que estos submarinistas no paguen impuestos (al menos los directos y seguramente tampoco las cotizaciones sociales), con lo que esa carga habrá que repartirla entre menos, de ahí mucho de ese agotamiento ciudadano. Y no hablamos de poco aplicando el porcentaje medio de ingresos públicos estaríamos hablando de más del 9% del PIB, si el déficit a final del año será del 6,8%,la conclusión es clara: tendríamos un superávit del 2,2%. Bien es verdad que duraría poco porque algún político buscaría la forma de gastarlo.

Seguramente lo más fácil es aplicar la receta al que está fichado (trabajadores y empresas) en forma de nuevos impuestos y tasas, pero esa no puede ser la solución, ha pasado ya media legislatura y un punto tan crucial como este -el diseño de una estrategia fiscal favorable para el crecimiento- tampoco está entre las contadísimas reformas que se han emprendido y que sí suponen un impulso fundamental para la economía y el bienestar social.

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