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lunes, 21 de abril de 2014

Si San Benito levantara la cabeza...

Recientemente participó en los Encuentros del CEL, que sería el LXXII, o sea la septuagésima segunda edición, D. Gerardo Gutiérrez, a la sazón, Presidente del Grupo empresarial Gadea, empresa farmacéutica y especializada a los esteróides, líder mundial, ahí queda eso: un leonés al frente de esa aventura. A parte de lo mucho que aprendimos del sector y el desarrollo de la empresa, me llamó mucho más la atención, si cabe, lo que nos fue contando sobre el mercado chino y sus experiencias, que no eran pocas pues había visitado el gigante asiático más de 50 veces.  
La conclusión era siempre la misma: complicadas. El chino es complicado en sí mismo, al menos para mí, con una cultura milenaria, proyectada a larguísimo plazo, y una economía focalizada al cortísimo, donde la premisa fundamental es “hacer dinero ahora”: una economía superplusneoliberal en un sistema comunista, como no podía ser de otro modo, me atrevo a apuntar.

Esta economía donde todo vale, compite en igualdad de condiciones con la occidental, al final el resultado no puede ser más que el que es: una, en franco retroceso y otra en desbocada expansión. ¿Adivinan cuál es cada una?

Es difícil competir, y en este blog ya lo hemos dicho una y lo diremos mil veces, cuando las reglas del juego no son las mismas. No es algo exclusivo de la empresa y la economía, pasa en cualquier área de actividad: Contador, por muy bueno que fuera no puede pretender ganar el Tour de Francia con un triciclo. Y de la misma manera que no nos imaginamos a Nadal con una raqueta de pingpong ganando el Rolan Garros, no podemos considerar posible que exista a largo plazo, una industria boyante en Europa ante frente al empuje chino, porque no y además es imposible.

Muchos sectores, aquí en España punteros como textil, han desaparecido, borrados de la faz de los registros empresariales; otros, como el de calzado, o el de juguetes resisten más mal que regular, sin unas previsiones de subsistencia halagüeñas. Es lógico, no hay convenios, no hay derechos laborales, no hay prevención de riesgos, no hay Ley de Protección de Datos, no hay seguridad social, no hay IBI, no hay costes medioambientales, no hay…nada.

Al final el resultado está cantado, es previsible, la cultura milenaria china se impondrá, ellos ya lo saben: la Historia es una sucesión de capítulos, incisos más bien, donde todo comienza en China y donde finaliza, el resto son apuntes y  notas a pié de página. Estamos tan imbuidos en esa realidad que mientras Europa medita autocomplaciente el sentido de la vida y de su riqueza, los chinos trabajan pala labrar la suya. Ya lo decían los benedictinos, ora et labora.

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