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martes, 17 de junio de 2014

Operación bikini en la administración autonómica

Mira que es lenta la maquinaria que mueve a la administración. Después de seis años de feroz y persistente crisis, de ingentes sacrificios aplicados a los ciudadanos, de múltiples subidas de impuestos a ciudadanos y empresas, la Junta de Castilla y León aprobó el día 13 de junio de 2014 el proyecto de reforma de la administración. ¡Albricias!

La dieta de adelgazamiento de la administración autonómica la llevan anunciando desde hace años, nos suena ya a canción del verano o a cancioncilla de mundial, -ahora que estamos todos en Brasil con la Roja- pero me temo que esta dieta es como las otras: no hay milagros, sólo fuerza de voluntad y persistencia. Hay que querer. 

La operación bikini que va a iniciar la administración autonómica pretende reducir la grasa que le sobra, es decir, 55 órganos administrativos de los 110 que tiene actualmente; simplificará varios trámites internos para agilizar la aprobación de proyectos legislativos, entre otros; flexibilizará las funciones de una plantilla integrada por 86.000 empleados públicos, de forma que los que menos carga de trabajo tengan puedan echar una mano a compañeros sobrecargados. 


Parece todo muy lógico y de sentido común, apretones de cinturón que ya ha aplicado el sector privado desde hace tiempo y que la administración pública ha tardado “un poco más”. “Se busca una administración más eficaz, más ágil, más moderna y mejor adaptada a las necesidades de los ciudadanos y del siglo XXI”, resumió el portavoz del Ejecutivo Autonómico, De Santiago-Juárez. Toda una declaración de intenciones que bien podría haberse llevado a la práctica hace cuatro o cinco años.

Para ser justos, hay que decir que el sector público ha ido haciendo esfuerzos: ha avanzado en el control del gasto público, claramente hipertrofiado; ha reducido su enorme déficit a casi la mitad, ha iniciado el proceso para revisar algunas de las estructuras territoriales y ahora se dispone a actualizar los impuestos, muchos ineficientes. Queda mucho por hacer pero el camino recorrido tiene sus méritos aunque esté suponiendo un calvario para empresas y trabajadores y motivo de crítica y desencanto para un sinfín de ciudadanos.


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