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martes, 2 de septiembre de 2014

La crisis francesa, Europa y el Apostol

Sé que desde un enfoque provinciano que es el que me toca, se escapa del ámbito de actuación el análisis de la situación europea en clave franchute, es lo mismo que decir que me gustaría hablar de la debacle del gobierno francés y de su transcendencia en Europa, y por ende en España, porque la tiene y mucha. Acostumbrados al poderoso influjo del peregrinaje de la señora Merkel y de cada una de sus exclamaciones, bufidos y carantoñas para desentrañar los designios más oscuros del devenir económico de Europa, nos olvidamos que el futuro depende de ella -cómo no- y de otros; y dentro de esos está Francia, se quiera o no, nuestro principal proveedor y cliente, asaltante de camiones, emuladores de tomatinas.


Francia sufre una crisis económica primero y política después, que ha supuesto el cambio fulminante del Gobierno, de mala manera y con nocturnidad, pero así es la política. Y es que en el fondo, en cualquier partido político, rama o corriente de pensamiento, existe la duda a todas luces razonable, de si la austeridad servirá para salir de la crisis con cierta dignidad. La política europea sigue los dictámines de Merkel, guardiana de la austeridad y luchadora inmisericorde contra el gasto público, cualquiera que fuera, defensora a ultranza de las reformas (especialmente las que supongan recortes) y del euro fuerte. La potencia económica alemana avala esas propuestas y las impone como máximo acreedor del resto de los socios.

Pero con todo, la economía no crece, al menos como debía, incluso la germana que decrece en el último trimestre. Y surgen voces discrepantes, no la de Marino que no va más allá de Ultreya, sin embargo en otros sitios y en otras economías el convencimiento borreguil empieza a derrumbarse y se preguntan por los recortes, por la austeridad a todo trapo, por la situación de las familias y de los necesitados,… y quizá la austeridad a capa y espada no sea la solución, al menos la única y que existen políticas de demanda que pueden acompañarlas. Y cae el gobierno francés. El presidente italiano también levanta la voz y le responde al del Banco Central que se preocupe de lo suyo que parece que trabaja para el enemigo.

Porque con todo Europa no crece, ha dejado de ser hace mucho tiempo motor de la economía mundial, ni siquiera un repuesto. Europa se queda como un reducto dominado por una economía rancia y normativista aislada del flujo mundial, compuesta por una amalgama informe de economías ajenas unas a otras, con un único punto de encuentro que es el euro, pero en lo demás incluso enfrentadas. No existe integración y sin integración no puede haber una dirección válida para todos: lo que es bueno para uno no lo es tanto para los otros y por lo tanto incapaz de dar soluciones globales a problemas globales. Es como si Merkel ejerciera de cirujano através de “whats up”, desde su casa: “Oye que este hombre sangra mucho”, “Pues cierra la herida”, “Intento coser pero grita”,”Calmale” ”¿Canto?” ”No, coño, que le duermas”, “Me ha devuelto la ostia”. La sangre, los gritos, la ostia están ahí, pero los ve de lejos.


Como decía al principio este artículo excede mis pretensiones, no quería decir más que estamos poniendo tiriras, y no enfocamos los recursos a buscar un objetivo concreto y común, que pasa por el bienestar de los ciudadanos y a mí me parece que aquí o en Sebastopol (ahí quizá no que está fuera de la UE), el nivel de bienestar del ciudadano ha caído. Aunque bien pensado quizá pasa lo que tiene que pasar de acuerdo con la 2 ley de la termodinámica y sólo nos espere el caos.

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